Las ventajas de los Clústers
La proximidad, en innovación, cuenta. Proximidad al talento y a las fuentes generadoras de conocimiento. Proximidad a los clientes más sofisticados y exigentes (aquéllos que anticipan el futuro). Proximidad a las nuevas tendencias de mercado. Proximidad a los proveedores tecnológicamente más avanzados…
Por todo ello, la innovación sufre una especie de fuerza que tiende a atraer innovación sobre más innovación, concentrando el fenómeno en algunos territorios. Parece que la capacidad innovadora se esfuma con el cuadrado de la distancia física a los núcleos innovadores., como si el mismísimo Newton hubiera descrito la ley de la fuerza de la gravedad innovadora.
Por ello, las concentraciones geográficas de empresas relacionadas y próximas (clústers) son grandes generadores de innovación.
Efectivamente, es un hecho contrastado que la eficiencia del proceso innovador se incrementa exponencialmente cuando se producen fenómenos de concentración y de clusterización. Un clúster es un sistema (conjunto de agentes interconectados, de tal forma que el cambio en una de las partes se valoriza –afecta- al conjunto). Y un sistema innovador (centros de excelencia científica, centros tecnológicos, grandes corporaciones, start-up’s, empresas pequeñas y medianas, emprendedores, universidades, escuelas de negocio y administraciones) genera una masa crítica atractiva de más innovación. De hecho, no es sorprendente que, en un entorno rico, por ejemplo, en investigación médica, hospitales de referencia, grandes empresas farmacéuticas, y jóvenes start-up biotecnológicas, sea más fácil atraer talento internacional (que encontrará mejores oportunidades) o nuevas inversiones multinacionales (que hallará talento y proveedores especializados, así como un entorno legal y normativo favorable).
En los clústeres la actividad florece positivamente, y la competitividad de las empresas aumenta radicalmente, por la existencia de cinco fuerzas principales:
La fuerza de la atracción: La aglomeración de actividades innovadoras en un cierto espacio geográfico ejerce fuerza gravitatoria, atractiva, de nuevas actividades: existe un incentivo natural a que nuevas empresas se ubiquen en ese espacio (donde encontrarán talento, proveedores, fuentes de conocimiento, infraestructuras relacionadas, etc…). El talento atrae más talento. Las oportunidades atraen inversión. Los líderes locales atraen proveedores. La disponibilidad de capital atrae nuevas oleadas de emprendedores. Los clústeres generan efectos realimentados, acelerados, de concentración de actividades. Por eso deberían ser tan importantes para las administraciones locales y para el crecimiento económico.
La fuerza de la información: En un clúster, la información fluye rápidamente a través de la red social subyacente. Información sobre nuevas tecnologías, nuevas tendencias, nuevos mercados o nuevas oportunidades, que se transmite a través de los foros, jornadas, seminarios, presentaciones o encuentros formales e informales. Y el conocimiento tácito se transmite en la proximidad: la proximidad cultural, la confianza, la interacción cotidiana, y el lenguaje compartido, son palancas de transmisión de detalles, de sensaciones, de inspiraciones (más allá del conocimiento codificado en documentos).
La fuerza de la interacción: En un clúster, las probabilidades de interacción entre directivos, emprendedores, tecnólogos e inversores se incrementan exponencialmente con el número de partículas existentes. La concentración de empresas, universidades y centros de conocimiento facilita que se produzcan “choques positivos”, colaboraciones y emergencia de nuevos proyectos.
La fuerza de la colaboración: En el clúster se generan dinámicas de complicidad y confianza, que se orientan hacia el crecimiento mediante proyectos consorciados en I+D, compras conjuntas, plataformas de internacionalización o defensa de intereses comunes ante las administraciones. Un conjunto coordinado de pequeñas y medianas empresas puede tener tanta fuerza económica y política como una gran corporación.
La fuerza de la rivalidad: Si la competitividad es un concepto económico, la rivalidad tiene connotaciones psicológicas. La competitividad es global, la rivalidad se suele dar en la proximidad. Comprobar que un competidor próximo (un vecino) innova, estimula la propia innovación. Que en un mismo clúster existan rivales locales es extraordinariamente positivo. Este es el caso, por ejemplo, de Suzuki y Yamaha (ambas con headquarters en Hamamatsu -Japón), BMW y Audi en Munich, Apple y Google en Silicon Valley, o Freixenet y Codorniu en Catalunya.
La fuerza de la anticipación: La concentración de empresas y clientes exigentes permiten anticipar las necesidades del mercado. Interaccionar continuamente con usuarios líderes, los más sofisticados, genera una fuente de información estratégica. Las administraciones juegan un papel clave en la anticipación de los mercados del futuro, mediante incentivos para cubrir el “fallo de mercado” (aversión de las empresas -especialmente las pequeñas y medianas- a invertir en I+D, por el elevado riesgo y lejano retorno temporal del mismo). Los fondos Next Generation EU, orientados a clústeres, pueden activar grandes oportunidades anticipativas de los mercados del futuro.
Por todo ello, es un hecho contrastado también que las empresas en clúster son más productivas, más rápidas en la adquisición de nuevas tecnologías, y más flexibles adaptándose a nuevos mercados. Y por la misma razón es fundamental determinar las condiciones de contorno, desde la política pública, que permitan estabilizar dichos clústers, básicamente estimulando la conexión de sus agentes (desarrollar clústeres es reforzar relaciones de confianza), generando los incentivos que permitan superar el fallo de mercado (el mercado tiende a no invertir en proyectos de riesgo –como es el caso de la alta tecnología- aunque dichos proyectos sean deseables para incrementar la competitividad y el bienestar), e incentivado compra pública innovadora y exigente.
Desde los entornos locales o regionales poco se puede hacer para estabilizar las fuerzas macroeconómicas. Actualmente, éstas actúan como una oscilación de alta frecuencia. Pero subyacentemente, la tendencia competitiva la marca el entorno local, microeconómico. La competitividad del futuro, los factores diferenciales, se decidirán en la proximidad. Igual que el hogar paterno condiciona los valores, carácter, comportamiento y aspiraciones de un niño, el ecosistema local, el clúster, determina de forma crítica la capacidad competitiva de las empresas que se ubican en el mismo.