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“Lo importante no es la idea, sino que se venda. Necesitamos ideas que vendan”.

Esta interesante afirmación salió recientemente en workshop en el que participaba el equipo de Connociam. Y más interesante aún fue que lo dijera una persona de un equipo de I+D, quien argumentaba que, muchas veces, nos emocionamos con ideas sofisticadas, disruptivas y avanzadas y, al final, lo relevante es que se pueda vender, que cubra una necesidad de forma clara. “Las ventas lo son todo para una idea”, sentenció.

La realidad nos demuestra, y especialmente en épocas de crisis, en las que los recursos suelen ser más limitados, que ser capaces de acelerar la venta de una innovación es auténtico oro. En 3M, por ejemplo, tenían una máxima muy clara en este sentido: Produce poco y vende poco (… de lo que has inventado, y así te aseguras que el mercado lo acepta).

 

De hecho, la venta siempre es clave. ¿O no? Para analizarlo, es interesante hacer el ejercicio de trasladar este planteamiento a las cifras de I+D+i que aparecen en los medios. En los últimos años, la inversión en I+D respecto al PIB ha evolucionado del 1,1% en 2007, al 1,4% en 2010 y el 1,3% en 2012. Además, hasta hace poco ha existido un apoyo decidido de los organismos públicos a la investigación. ¿Pero basta con esto? Pues parece que no: lo clave consiste en transformar todo este conocimiento en algo tangible, útil para la sociedad y rentable para las empresas, o sea, ideas que vendan. Es la esencia de la llamada transferencia tecnológica, un concepto algo abstracto, pero imprescindible para el desarrollo de un país.

 

Si analizamos varias zonas del mundo punteras en I+D, como Israel, Finlandia, Dinamarca, Holanda o Silicon Valley, podemos ver que existe una sinergia clave entre investigación, innovación y emprendimiento que no debe ni romperse ni interrumpirse y que se articula a través de una triple hélice. Por hacer una comparación gráfica, es como el sistema circulatorio que recorre nuestro cuerpo y que permite que el conocimiento y la creatividad se transformen en ideas que vendan y en valor para la empresa y la sociedad.

Es interesante observar que, tal como pone de manifiesto un estudio publicado por GE, Global Innovation Barometer, se considera que algunos de los factores más relevantes que ayudan las empresas a innovar son la capacidad de transferencia de conocimiento con el ámbito universitario y un partnerariado público-privado efectivo.

En cambio, la inversión en desarrollo no se muestra como un factor tan decisivo. En síntesis, se trata de que el conocimiento fluya para que las empresas puedan desarrollar servicios y productos que se puedan vender.

Ideas que vendan

Ideas que vendan

En conclusión, pues, parece que el reto no está tanto en el alcance de la investigación y el desarrollo, sino más bien en ser capaz de hacer llegar la innovación al mercado. En otras palabras, y volviendo al inicio de este post, en cómo vender la innovación, qué modelo de negocio la hace viable y cómo asegurar los ingresos que permitan generar riqueza.

No es nada nuevo, de hecho hace ya tiempo que se habla de transferencia y de “route to market”. El reto está en hacerlo realidad, y más en un entorno de crisis y de recortes del presupuesto público, cuando los recursos disminuyen y los inversores prefieren invertir en fases más maduras del desarrollo, allí donde empiezan a oler a negocio.

Básico, simple y muy humano, pero relevante. En los últimos años, hemos dado un paso adelante en cifras de I+D y patentes, ahora nos toca dar un paso adelante en rentabilizar todo este esfuerzo. Como dijo el técnico de I+D, “no es la idea, si no que se venda”. Ideas que vendan.

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