Seleccionar página

Hace ya tiempo que se habla del concepto de la innovación. De hecho, junto con el término crisis, son dos de las palabras más escuchadas hoy en día. Y es que ambas palabras, crisis e innovación, tienen una estrecha relación.

Hay empresas que innovan para encontrar un nuevo paradigma de negocio viable ante una situación de crisis. Otras inician su actividad aprovechando las oportunidades que genera esta inestabilidad económica. Y aunque eso es un buen principio, es muy arriesgado esperar a innovar cuando hay crisis, o peor aún, cuando la empresa está en crisis. Una crisis que a veces es letal. Jugárselo todo a una carta en la última partida, es épico, y tiene un punto de presión necesaria, pero, a pesar de ser algo muy humano, es poco recomendable para el buen gobierno de una empresa. Pero además, también es insuficiente, porque la crisis puede mermar los recursos necesarios para lanzar al mercado una innovación de forma adecuada. Y así, una buena idea puede morir por falta de apoyo. Esperar a que la recesión económica sea nuestro espolón para innovar es, a todas luces, imprudente. No obstante, esta situación se repite y mucho más de lo que uno se puede llegara imaginar.

Son muchas las empresas que se confían y que creen que innovar de forma sostenida y estratégica no es crucial cuando las cosas van bien. Pero ese es precisamente el mejor momento para tomar riesgos. El mundo ha cambiado, se ha vuelto mucho más competitivo de lo que era no hace mucho. Y como decía Gil Cloyd de Procter & Gamble “hoy tenemos mercados caracterizados por cambios rápidos, sin limites geográficos, capacidades globalizadas y un foco constante en la reducción de costes”.

Con este entorno, innovar ya no es una alternativa más o menos compleja, es un requisito esencial para cualquier empresa que desee performar y sobrevivir. Es muy simple, en un entorno tan exigente y global, o te reinventas y cambias las reglas de juego, o alguien lo hace por ti. Es un poco paranoico, como muchas cosas hoy, pero es lo que nos ha tocado gestionar. Ni más ni menos. Y negarlo es ocultar la realidad y posponer los problemas.

Estamos en el lado rico del mundo. Cuando innovamos en algo, siempre hay alguien detrás nuestro que está al acecho para copiarlo y mejorarlo o venderlo más barato. Es la dinámica de mercado y no va a cambiar. Más bien al contrario, será peor y más rápido. Por todo esto, nuestro único camino es el de la innovación sistemática. Ya no basta con innovar una vez y vivir de ello unos años. Incluso cuando hemos innovado para superar una crisis, no podemos parar. Hay que recurrir a la innovación de forma recurrente y estructurada. Es decir , innovar de forma sistemática. Y para seguir este camino tenemos que buscar constantemente cómo aportar valor de forma diferente, aprovechando las tendencias y los cambios del entorno social, tecnológico y/o de mercado.

En palabras del profesor de la Universidad de Harvard Michael Porter “la innovación es la ventaja competitiva del siglo XXI” y eso quiere decir que tenemos que entender cómo nuestra empresa debe competir a través de la innovación y qué significa esto para nosotros. Debemos entender las implicaciones que tiene a nivel de estrategia, cultura, organización o procesos, que son muchas y que para muchas empresas significan un cambio de paradigma.

Competir a través de la innovación es complejo e implica muchos cambios en la forma de pensar, la forma de trabajar y la forma de organizarnos. Esta reflexión es un proceso estratégico y de cambio cultural importante que la dirección de la empresa debe abordar sin demora y que muchas empresas como Lego, Electrolux, Procter and Gamble o Telefónica, entre otros, han afrontado exitosamente.

Hoy, muchas empresas del mundo desarrollado sólo pueden mantener su competitividad innovando de forma exitosa y repetida. Quizás estemos saliendo de la crisis en España, como el Presidente del Gobierno, nos recuerda frecuentemente. Eso sería bueno y deseable, pero no por ello los esfuerzos de innovación deben frenarse.

La innovación no funciona cuando se utiliza como remedio puntual ante el mal tiempo. Ahora que parece haber pasado el frente más fuerte de la crisis, las empresas que han logrado sobrevivir deben preocuparse por seguir haciéndolo en un entorno post-crisis que será turbulento y exigente. O a caso, ¿alguien creía que una vez pasada la crisis volveríamos a las épocas dulces de un entorno estable?

[supsystic-social-sharing id=’1′]

Pin It on Pinterest